16 de diciembre de 2010
NEUQUéN CAPITAL
La pesadilla de la casa propia
Luego de la crisis del año 2001, miles de personas no cuentan con un hogar de su propiedad en la ciudad de Neuquén. Qué y cómo se hace para revertir la situación. La crisis habitacional, lejos de disminuir, crece día a día
Tras la crisis de 2001, lejos quedó en Argentina el sueño de la casa propia. Y Neuquén no escapa a eso. La capital provincial lleva casi diez años tratando de paliar el déficit habitacional, profundizado, según cuentan en el Concejo Deliberante, por una extensa ausencia de una política habitacional planificada para todos los sectores de la sociedad.
Entre 2000 y 2004, se produjo una ola de usurpación de terrenos, consolidando otros numerosos asentamientos irregulares que se sumaban a los ya existentes. Trabajadores y familias jóvenes emigraron a la periferia de sus barrios de origen, formando nuevos lugares como toma Norte, Almafuerte, Bella Vista o toma El Tanque.
Frente a esta problemática, que trajo consigo situaciones violentas en los intentos de desalojo, incluso muertes, continúa la demanda social por planes de vivienda, incluida en ella el sector de la clase media insatisfecha.
Desde 2005 a la actualidad, como mecanismos paliativos, se suscribieron convenios con el Gobierno nacional y provincial para desarrollar nuevos hogares, se intentó declarar la emergencia habitacional, se legisló para establecer las obligaciones del Estado municipal en este tema y hasta se lo autorizó a designar diversos recursos económicos de los sucesivos presupuestos.
Todo parece haber sido en vano, porque nada ha cambiado hasta el momento: según los datos del Registro Unico Provincial de Vivienda y el Hábitat -Ruprovi-, en la ciudad de Neuquén hay 20 mil inscriptos para solicitar vivienda, mejoramientos habitacionales o un lote con infraestructura.
Y pese a los diferentes anuncios y acciones políticas, la entrega de casas o terrenos prácticamente fue nula; y aún muchas familias esperan regularizar sus asentamientos con la llegada de servicios esenciales como agua, luz y gas, y acceder a la tenencia de su tierra.
Emergencia habitacional
Luego de algunos anuncios de construcción de viviendas a partir de 2005, y una ola de tomas de terrenos producida en el período 2000-2004 y retomada con mayor fuerza durante 2007 y 2008, en la ciudad de Neuquén comenzó a hablarse de una emergencia habitacional.
Tras intensas discusiones en el Concejo, con la convocatoria de funcionarios municipales y proyectos cruzados, en diciembre de 2008 se sancionó la ordenanza 11.219, a partir de la cual intentaban atender la compleja problemática habitacional que afectaba a la ciudad.
La norma estableció direccionar fondos constituidos por el 50% del artículo 6º de la ley provincial Nº 2.615 -renegociación de contratos petroleros-, los provenientes de la venta de tierras municipales y todo otro recurso del presupuesto municipal que sea afectado expresamente. Además, se dispuso crear un banco de tierras, regularizar y urbanizar los asentamientos consolidados de manera precaria.
Aunque paralelamente, se determinó que las regularizaciones y urbanizaciones de lotes tomados no alcanzarían a eventuales nuevas ocupaciones.
Con esta ordenanza también se conformó la Unidad Ejecutora, que es la encargada de coordinar las acciones entre municipio y provincia, para planificar y otorgar lotes con servicios básicos (luz y agua) y la regularización de asentamientos ya consolidados, pudiendo elevar al Concejo pedidos de flexibilización de las normas vigentes para la regularización de asentamientos.
Por aquel entonces, el intendente Martín Farizano llevaba adelante el Foro de la Meseta, junto a organizaciones intermedias, pretendiendo construir el desarrollo urbanístico de ese sector que posee nada más y nada menos que 500 hectáreas.
Aportes extraordinarios
En medio de toda la polémica y discusión política de 2008 por un estado de emergencia habitacional -nunca declarado formalmente-, llegaron recursos extraordinarios provenientes de la renegociación de las prórrogas de las concesiones hidrocarburíferas (ley 2.615).
Hasta ese momento, el municipio llevaba adelante obras públicas o de infrestructura con fondos propios y el Fondo Fiduciario de Obras Productivas. Ese fondo había sido creado en 2004 mediante ordenanza y se constituye
por el 20% mensual de las regalías hidrocarburíferas, préstamos para financiar obras productivas y el fondo específico de pavimento urbano, entre otros recursos.
El fondo fiduciario hoy continúa utilizándose, pero casi en un 60% para obras de asfalto, pavimentación y bacheo; y el restante para redes de agua, gas y cloacas; iluminación y otras obras de arquitectura.
Durante este año, de un total de 26,126.471 millones de pesos que componían el Fondo, casi 14 millones fueron destinados a las obras viales. Para el año entrante, se prevé que de un total de 36.903.000 millones de pesos, casi 22 millones sean direccionados para la realización de asfalto.
Igualmente, desde mediados de 2008 (previstos a partir del presupuesto general de 2009), la Municipalidad recibe los recursos provenientes de la renegociación de contratos petroleros, que según se establece en su ley, sólo pueden ser utilizados para obra pública.
Sumado a ello, estaban los aportes del Gobierno nacional para inversión pública, que luego se vieron incrementados con el Fondo Federal Solidario o Fondo Sojero.
En 2009, el presupuesto para urbanizaciones, lotes sociales y regularización de asentamientos era de 47.744.071 millones de pesos (subsecretaría de Viviendas, actualmente Unidad de Gestión del Hábitat). En 2010, las estimaciones
presupuestarias se incrementaron, por lo que para ese concepto se previeron 61.311.000 millones de pesos, de los cuales más de 15 millones provienen de la ley 2.615, más de 36 millones de financiamiento de Nación y casi 10 millones de recursos propios del municipio.
No obstante, pese a tener los presupuestos más altos de la historia, y contar con la disponibilidad de esos recursos en gran cuantía para el desarrollo habitacional, las respuestas aún no llegan y la gente sigue soñando con la casa propia. En muchos casos, el sueño ya se convirtió en pesadilla.
Nota completa en la revista Nº 20 de La Tecla Patagonia